Un reloj siempre es un accesorio que habla de su dueño o dueña, y como tal, es necesario tenerlo en buenas condiciones para, de esta forma, sacar el máximo provecho de su apariencia.
Dependiendo del material con el que esté hecho el accesorio, es la forma en cómo se le hará aseo, siempre procurando sacarle la correa antes de ello.
Si es de metal, la correa se debe retirar y remojar por unos minutos en detergente neutro, ello porque, de esta forma, se cuida de alterar el material con los químicos de los limpiadores con aroma o más específicos. Luego de esto, se seca con un paño sin pelusas, a fin de evitar que éstas se queden pegadas, y se finaliza utilizando un mondadientes para limpiar los espacios entre los eslabones, que suelen ser el lugar donde se alberga más suciedad.
En el caso de las correas de cuero, solo basta con aplicar un limpiador para este material, siguiendo las instrucciones del envase que lo contiene. Otra opción es dejar la correa en una bolsa con bicarbonato de sodio durante la noche, esta técnica ayuda a quitar malos olores.
Ahora bien, en una correa de caucho o plástico, se debe aplicar agua y jabón neutro para quitar lo sucio. Este material es altamente lavable, pero el detergente debe ser neutro para evitar exponer el accesorio a químicos extraños.
En cuanto a la caja del reloj (la pieza central, donde van las manecillas o pantalla), se debe tener cuidado de no dañarla con compuestos extraños, por lo que lo más aconsejable es limpiarla cuidadosamente con un paño sin pelusas.